No te quiero llevar
por mal camino,
me decías mientras nos prendíamos
el enésimo cigarrillo
acurrucados en un banco
de la Plaza San Martín
No te quiero arrastrar
a mi mierda,
me decías y te acurrucabas
y la manga de mi remera
se iba manchando con rímel
Te quiero, pero no puedo
enamorarme de vos,
me dijiste mientras caminábamos
de la mano por Dorrego
con el fantasma de tu novio
doblando en moto en cada esquina
Soy yo, soy yo
¿Sabes qué pasa?
Soy yo, es culpa mía,
me repetías
y no sonaba a cliché
No quiero convertirte
en mi trofeo,
me decías
mientras te robaba un beso
antes de subirte al 123
Soy mala, soy mala,
repetías
pero los dos sabíamos
que eso era apenas
una media verdad.